Boroscopios

Existen dos tipos de boroscopios: rígidos y semirrígidos. Un boroscopio rígido es un endoscopio que utiliza un sistema de lentes para la transferencia de imágenes. Un boroscopio semirrígido es un endoscopio con una vaina rígida que utiliza un haz de fibra de vidrio (fibra óptica) para la transferencia de imágenes (vea también endoscopios flexibles).

Los boroscopios rígidos son especialmente resistentes y han sido diseñados para su uso en la dura rutina diaria de la industria. Con el sistema de lentes cilíndricas HOPKINS® II proporcionan imágenes luminosas, nítidas y con una claridad incomparable.

Como su nombre indica, los boroscopios de prisma oscilante constan de un prisma oscilante en la punta. Un mango de direccionamiento permite ajustar la dirección visual progresivamente entre 0° y 140°. La vaina puede girarse 400°. De este modo se obtiene el mayor campo de visión disponible en el mercado.

Si usan sistemas de lentes, los diámetros de los boroscopios se sitúan entre 1,6 mm y 10 mm, y si usan conductores de imágenes, entre 1 mm y 1,6 mm. En determinados casos especiales se utilizan instrumentos con una longitud de trabajo de hasta 1,5 m.

Apéndice:

La construcción de un boroscopio

El boroscopio se compone esencialmente de un sistema óptico, un sistema mecánico y un sistema de conducción de la luz. La vaina de doble pared y el extremo de cristal de zafiro en la punta hacen que el boroscopio sea extremadamente resistente a los desperfectos y el desgaste, y garantizan una óptima protección de la óptica.

El sistema de lentes cilíndricas HOPKINS® II de KARL STORZ convence por la alta calidad de su reproducción de imágenes. Estos sistemas ópticos no requieren ampliaciones ni regulaciones adicionales de la luminosidad para generar una buena imagen.